Es
un insecto muy común en todos los países mediterráneos y afecta sólo al
olivo. Los adultos son de pequeño tamaño, gruesos y de color verde. Los
huevos son de forma elíptica de pequeño tamaño, 0,3 mm y llevan un pequeño
pedúnculo que le sirve para fijarse al olivo. Las larvas globosas son de
color amarillo ocre o pálido, aplastadas. Segregan una cera blanca que
recubre totalmente las colonias larvarias y que le da el aspecto característico
de algodón, por el que se conoce la especie.
Presentan
de dos a tres generaciones al año, ocasionando diversos daños como:
En
estado larvario y adulto es un insecto chupador de savia elaborada lo que
lleva a una alteración del desarrollo normal del vegetal.
Daños
en las yemas que comprometen el desarrollo del árbol.
Daños
en las inflorescencias, afectando a la fertilidad y caída de botones
florales, lo que se traduce en una disminución de frutos cuajados.
No
son recomendables tratamientos, salvo casos en los que la población supere el
umbral de 10 insectos por inflorescencia. En este caso se emplearán productos
organofosforados aplicados mediante pulverizaciones terrestres, mojando bien
el árbol para una distribución más homogénea.
Muy
extendida por toda la Cuenca Mediterránea, afecta al olivo y a los cítricos,
prefiriendo zonas sombreadas y ambientes húmedos.
La
cochinilla succiona savia y excreta numerosas sustancias azucaradas (melaza)
que impregnan el olivo y que en periodos húmedos sirve de alimento a unos
hongos negros 8negrilla o fumagina) que recubren los tejidos vegetales como si
fuese un fieltro, disminuyendo la fotosíntesis y la respiración.
Los
daños ocasionados por esta cochinilla son:
Daños
directos: No son importantes.
Daños
indirectos: reducción de la capacidad fotosintética del árbol, lo que
repercute en una disminución en la brotación y en la producción.
Tratamientos:
Enemigos
naturales. Pequeñas avispas (himenópteros) que depositan sus huevos
en el interior de la cochinilla alimentándose del cuerpo de ésta y de
los huevos.
Las
podas facilitan la aireación de la copa del árbol lo que
repercute negativamente sobre el desarrollo de los estados inmaduros de la
cochinilla, ya que estas son muy sensibles al calor y al viento seco.
Tratamientos
químicos en verano, cuando hayan eclosionado el 100 % de los huevos.
Para ello se realizará un control semanal de las poblaciones de adultos,
huevos y larvas para determinar el momento óptimo para tratar.
El
repilo es una enfermedad producida por el hongo Cycloconium oleaginum y
está considerada como la micosis del olivo más extendida en todas las
regiones de España y en el resto de los países olivareros. La consecuencia más
importante la constituye la intensa defoliación del arbolado, con el
consiguiente debilitamiento y la disminución de la productividad.
A)
SÍNTOMAS Y DAÑOS.
El
síntoma más característico es la aparición en el haz de la hoja de unas
manchas circulares de tamaño variable y coloración llamativa.
Inicialmente
estas lesiones son de color oscuro, pero al poco tiempo se rodean de un halo
amarillento y la zona central de la mancha toma una tonalidad también
amarilla. Posteriormente vuelve a oscurecerse, al desarrollarse sobre ella los
cuerpos fructíferos del hongo (conidias).
En
ocasiones la lesión presenta un tono blanquecino, debido a la separación de
la cutícula y la epidermis.
El
desarrollo de manchas en el haz no se corresponde con manifestaciones
similares en el envés, donde sólo se aprecian algunas veces zonas
ennegrecidas intermitentes a lo largo del nervio central.
Son
menos frecuentes las lesiones producidas por la enfermedad en el peciolo de
las hojas, al pedúnculo del fruto y en el fruto. En este caso las manchas son
de tonalidad pardo oscura y de forma alargada.
Como
consecuencia de estas lesiones foliares se produce una caída importante de
hojas, lo cual se aprecia claramente en el arbolado y, sobre todo, en las
ramas bajas, que son las más afectadas por la enfermedad y que pueden quedar
totalmente defoliadas. Cuando la lesión está localizada en la zona
peduncular del fruto, lo cual no es muy frecuente, éste cae prematuramente,
acompañado de un trozo de pedúnculo.
B)
BIOLOGÍA.
El
hongo sobrevive en periodos desfavorables para su desarrollo en las hojas caídas
y en las hojas afectadas que permanecen en el árbol, pudiéndose propagar la
enfermedad durante todo el año, pero los periodos más frecuentes de infección
son septiembre - noviembre y febrero - abril.
El
ciclo evolutivo del repilo tiene cuatro fases bien diferenciadas:
a)
Germinación. Necesita agua libre sobre la conidia y sobre la zona de
penetración en el tejido receptor y temperaturas comprendidas entre 8 y 24º
C, con una temperatura óptima de 20º C.
b)
Infección. Después de la penetración se desarrollan los micelios del
hongo que crecen inter e intracelularmente en la cap de células epidérmicas
más externas y siguen su contorno.
Las primeras infecciones
coinciden con el periodo de lluvias del final del verano o principios de otoño,
momento en el que se desarrolla inicialmente la enfermedad a partir de las
conidias que han sobrevivido al verano.
c)
Esporulación. La constituye la aparición en el exterior de la hoja de
los cuerpos fructíferos o conidias, que propagarán la enfermedad.
d)
Diseminación. Las conidias se dispersan casi exclusivamente por la
lluvia, de aquí que las excesivas infecciones tengan lugar preferentemente en
sentido descendente en el árbol y que las zonas bajas sean las más
afectadas.
C)
MEDIDAS RECOMENDADAS PARA SU LUCHA.
Dada
la diversidad del olivar español, la estrategia general de prevención y
lucha puede variar según las distintas zonas, por lo que se aconseja seguir
las indicaciones de la Estación de Avisos correspondiente.
Medidas
Culturales:
Dada
la gran importancia que tiene la elevada humedad ambiental y el agua libre en
el desarrollo de la enfermedad, son recomendables aquellas medidas culturales
que favorecen la aireación y reduzcan la condensación, como son las podas
que eviten copas densas y muy pobladas. En zonas endémicas es recomendable la
elección de las variedades menos susceptibles a la infección: Acebuche,
Zorzaleña, Lechín, Picual, Hojiblanca, Manzanilla, Gordal, Cornicabra.
Lucha
Química:
Los
momentos óptimos de tratamiento corresponden a los dos periodos clásicos del
final del verano o principios de otoño y de final de invierno.
En
variedades sensibles o zonas endémicas, con infecciones de repilo en verano
elevado (más del 30-40% de hojas infectadas), es necesario tratar antes que
se produzcan lluvias de final de verano o inicio de otoño y repetir este
tratamiento en la primavera siguiente.
Si
la infección de verano fuera baja (menos del 10% de hojas afectadas), el
tratamiento puede demorarse hasta la aparición de nuevas manchas esporuladas
en las hojas y con sólo esta aplicación suele ser suficiente para prevenir
la enfermedad.
Dado
que los tratamientos son preventivos, es necesario mojar con el caldo
fungicida muy bien toda la masa foliar del árbol y preferentemente las zonas
bajas e interiores, que es donde más frecuentemente se desarrolla la
enfermedad.
Productos
fungicidas:
Caldo Bordelés, Oxicloruro de Cobre (50% Cu), Oxicloruro
de Cobre (37,5%) y Zineb (15%)
, Oxido
cuproso (50% Cu), Captan, Captafol, Ziram, Benomilo (sistémico con
propiedades curativas), etc.
Hay
algunas medidas que pueden contribuir a la eficacia de la lucha contra
el repilo y que conviene tener presentes:
a)
No utilizar atomizadores ni sistemas de pulverización que produzcan gotas muy
pequeñas. Una presión de trabajo recomendable es la de 40 atmósferas a la
salida del tanque.
b)
En tratamientos anteriores a la recolección, en otoño, no es aconsejable
utilizar productos fungicidas que contengan carbamatos (zineb, maneb, etc),
para evitar problemas de residuos en el aceite. El plazo de seguridad en los
productos cúpricos es de 15 días.
c)
No realizar tratamientos en verano, excepto en zonas muy húmedas, ya que en
esta época el hongo está inactivo y conviene ahorrar productos y reducir
gastos.
d)
Procurar, mediante la poda, formar copas de olivo bien ventiladas.
e)
No abusar de los abonos nitrogenados, tanto químicos como orgánicos.